viernes, 11 de marzo de 2016

El Pregón

Antes de El Pregón
 
No puedo evitarlo, tengo debilidad por el humor. El tarado que quiera conquistarme ha de tener mucho humor, aparte de bacon, chocolate blanco y albahaca en cantidades ingentes.
Y en este caso Berto Romero y Goyo Jiménez son firmes candidatos para pactar un acuerdo y presidir mi corazoncito cinéfilo.

Después de El Pregón
Se hace saber, por orden de la teniente alcalde de esta comunidad blogera,  que por muy fan de Buenafuente y Berto Romero que se sea, y muy catalán que se sienta, no es un pronóstico fiable para que a uno le entusiasme esta película.
Padece del síndrome comedia con dos chistes efectivos, un mal que se propaga en el cine desde hace años, así como de un guión pobre y cutre, con unos actores que realmente no lo son. Y se nota. Demasiado. Como ya les pasó a otros cómicos como Martes y Trece, el salto a la gran pantalla se les queda demasiado grande.
Todo aquel que la vea bajo su responsabilidad, se arriesga a mantener un semblante digno del Hombre de negro, porque no se lo tomen a broma, que esto del humor es una cosa muy seria.

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